Noticia del 3 de febrero (San Blas, para más señas) en El Norte de Castilla: “Más de 6.700 personas suben al cielo de la catedral en el primer año del ascensor”.
Bien pudiera creerse, de solo leer el titular, que gracias a un ingenio mecánico y por un irrisorio precio de 5 € podemos ascender al firmamento celestial o, quizá, solo a las bóvedas de la iglesia principal de Valladolid.
Bromas aparte, recogemos la noticia en este apartado porque nuestra empresa ha tenido algo que ver en esta elevación celestial. Requeridos por los adjudicatarios de los trabajos de acondicionamiento de la torre e instalación del ascensor turístico (Contratas y Obras San Gregorio, S.A.), fuimos los encargados de realizar un sencillo pero efectivo complemento didáctico a la visita.
La catedral de Valladolid comenzó a edificarse en las primeras décadas del siglo XVI, pero no sería hasta el derrumbe de la torre del lado del Evangelio en 1841 cuando se pensó en levantar otra nueva en el otro lateral de la fachada. Las nuevas obras se iniciaron en 1880 y se prolongaron durante ocho años hasta que se cerró la cubierta –una convencional en vez de la proyectada por falta de recursos-. En 1923 se construyó la cúpula que fue rematada con la estatua del Sagrado Corazón.
En 2014 la adjudicataria de una remodelación interior de la torre consideró que se podía aportar “algo de vida a la obra civil que facilitara la posterior visita turística” por lo que SERCAM acogió el reto de proporcionar información complementaria a lo que el visitante pudiera contemplar, teniendo presente que el atractivo principal de la visita serían las magníficas vistas de la ciudad: un poco de historia comparada, imágenes antiguas, datos concretos, indicación de los monumentos visibles…
Y es aquí, a los pies de la bóveda, a 70 m. del suelo, lo más alto que los turistas pueden ascender al cielo de Valladolid. Visita obligada.